Desmembrando el Membrillo
A nosotras nos gusta siempre tratar sobre asuntos simples.
Simples y terrenos.
Como los más exquisitos cadáveres, que son paridos por lapiceros, rojos y azules, en el tren local de Ámsterdam a Berlín.
Viajar en tren local de Ámsterdam a Berlín es lo mismo que viajar en un micro limeño, con la única diferencia, de que son experiencias diametralmente opuestas, (como comer mandarinas con pepas o sus análogas más puras).
Si viajas en primera clase te dan esos chocolates rellenos de maní, que le obstruyen imaginariamente la traquea a Dani. Dani tiene alergias imaginarias.
Imaginarias y terrenas.
Si por el contrario, no vas ni de Ámsterdam a Berlín, ni viceversa, y vas a Chincha, al Carmen, a Guayabo, todo se convierte en algo diferente. La experiencia se torna virginal, como una playa llena de pañales y condones reciclables.
Reciclables y terrenos.
Y es mucho más divertido si vas con ingenieros y actores, que cuentan mentiras de una forma bastante convincente, lo que es una de las mejores formas de decir la verdad. Yo no creo nada que no me convenza, así sea simple y terreno, como los posts de este blog.
Supongo que si no hubiera sido de noche y el daltonismo selectivo no hubiera puesto de su parte, aún podría recordar el color de la Tutuma. Me dijeron, y de forma convincente, que era vino joven y kola inglesa. Pésima combinación. Pero aceptada en la estética posmoderna.
Simple y terrena.
Lo único que no ha pasado hasta ahora, es el desmembramiento del membrillo, que a saber, por sus pocos miembros, es una actividad simple y terrena. Una vez que se ha tomado la decisión, el membrillo procede a ser desmembrado. Su pulpa es un ingrediente esencial para muchos platillos, lo que sin embargo no discutiré en esta entrada, pues no es tema de este blog, nada de tamaña envergadura.
Simples y terrenos.
Como los más exquisitos cadáveres, que son paridos por lapiceros, rojos y azules, en el tren local de Ámsterdam a Berlín.
Viajar en tren local de Ámsterdam a Berlín es lo mismo que viajar en un micro limeño, con la única diferencia, de que son experiencias diametralmente opuestas, (como comer mandarinas con pepas o sus análogas más puras).
Si viajas en primera clase te dan esos chocolates rellenos de maní, que le obstruyen imaginariamente la traquea a Dani. Dani tiene alergias imaginarias.
Imaginarias y terrenas.
Si por el contrario, no vas ni de Ámsterdam a Berlín, ni viceversa, y vas a Chincha, al Carmen, a Guayabo, todo se convierte en algo diferente. La experiencia se torna virginal, como una playa llena de pañales y condones reciclables.
Reciclables y terrenos.
Y es mucho más divertido si vas con ingenieros y actores, que cuentan mentiras de una forma bastante convincente, lo que es una de las mejores formas de decir la verdad. Yo no creo nada que no me convenza, así sea simple y terreno, como los posts de este blog.
Supongo que si no hubiera sido de noche y el daltonismo selectivo no hubiera puesto de su parte, aún podría recordar el color de la Tutuma. Me dijeron, y de forma convincente, que era vino joven y kola inglesa. Pésima combinación. Pero aceptada en la estética posmoderna.
Simple y terrena.
Lo único que no ha pasado hasta ahora, es el desmembramiento del membrillo, que a saber, por sus pocos miembros, es una actividad simple y terrena. Una vez que se ha tomado la decisión, el membrillo procede a ser desmembrado. Su pulpa es un ingrediente esencial para muchos platillos, lo que sin embargo no discutiré en esta entrada, pues no es tema de este blog, nada de tamaña envergadura.