June

Hoy día estaba saliendo de la universidad y me encontré con un manatí que se había escapado de un reserva artificial que le habían fabricado en Miami. Obviamente cuando se me cruzó en la calle tuve un montón de preguntas que hacerle. Me demoré un poco porque no sabía en qué orden hacércelas: alfabético, jerárquico (aunque sea difícil de creer, hasta las preguntas han creado un sistema jerárquico) o en orden de relevancia. Me decidí por el último criterio. Para este entonces, el manatí se había ido a donde la señora que vende emoliente en la esquina de Paso de los Andes y Bolívar y la señora había gritado muy fuerte, seguramente pensó que el animal la iba a asaltar. Me acerqué corriendo y le expliqué (aunque sabía por el momento poco) la historia del manatí. Cuando hubo pasado la agitación del momento, senté al manatí a mi costado y le pregunté: ¿Cuál es el plural de manatí, manatís o manatíes? June no entendió la pregunta, solo me contestó: ¿Manatí? Yo me llamo June. Así que desilusionada, seguí con la segunda pregunta: ¿Hay sol en Miami en esta época del año?. La respuesta era casi obvia. Sí, dijo voltéandome los ojos y frotándome los colmillos en la cabeza, June. Demoré un poco en acordarme la última pregunta. ¿Cómo llegaste de Miami hasta aquí?... No, olvídalo, esa no era la pregunta... qué mal, esto me está pasando muy seguido últimamente. Seguimos conversando un rato (y June tomando emoliente). ¡¿Has escuchado esa canción, la de Doi Doi?! Me había acordado de la pregunta... June, sin darle mucha importancia, siguió tomando emoliente y con un gesto me respondió que no. Debí haberle preguntado si es que le gustaba el emoliente, quizás habría recibido un poco más de efusividad de su parte.